Los escombros del tsunami de Japón

Dentro de unos días se va cumplir un año, el 11 de marzo, del terrible terremoto con magnitud 8.9 grados en la escala de Richter sucedido en Japón, que provocó una serie de olas gigantescas que arrasaban de la costa al interior todo lo que se encontraba a su paso.
Entre las distintas consecuencias para el país nipón y el medio ambiente en general se encuentran los escombros que arrastraron las olas del maremoto y que ahora se encuentran a la deriva en el océano Pacífico. El NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) lleva estudiando la trayectoria de los escombros a merced de las corrientes oceánicas y realizando predicciones en los próximos meses.

En este estudio se han utilizado los patrones climáticos históricos, que permiten calcular las distintas trayectorias de las corrientes oceánicas y sus interacciones, corrientes principales del Pacífico, pero también otras más pequeñas. La corriente de circulación a gran escala del Pacífico Norte lleva la mayor cantidad de escombros por el Pacífico y termina por llegar a las costas del oeste americano. Existen otras corrientes más pequeñas como la de Kuroshio, de California, o la Ecuatorial sur.


En el Pacífico se encuentra una zona de acumulación de basura conocida en inglés como Great Pacific Garbage Patch (Gran Parche de Basura del Pacífico), en el área norte de Hawai, y presumiblemente estos escombros vayan a parar ahí aunque, poco a poco, según la fuerza y dirección de las corrientes oceánicas, acaban llegando a las costas continentales.

¿Qué efectos tiene la llegada de escombros?

Parece mentira que el tsunami ocurrió hace prácticamente un año en Japón, y todos los desechos arrastrados no se han desintegrado, siguen ahí, flotando en el agua y tardarían muchísimos años en desaparecer. Puesto que las corrientes oceánicas se mueven a una escala temporal mucho más corta, terminan por devolvernos todo elemento extraño que fué depositado en el mar. Estos escombros pueden proceder tanto de áreas urbanas, industriales, agrícolas que fueron devastadas por las olas del tsumani, y muy probablemente la mayoría de estos escombros son potencialmente contaminantes, tanto para la vida marina como para la población cercana. Si la pesca de altura se realizase en estas inmensas áreas de basura, la probabilidad de que el pescado obtenido presente concentraciones de contaminantes perjudiciales para la salud sería muy alto. En conclusión, todo desastre natural producido en alguna parte del mundo puede llegar a afectarnos no sólo socioeconómicamente, sino ambientalmente y hasta el punto de provocar un problema sanitario grave en la población en general si no se toman las medidas preventivas adecuadas.





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